Una de las característica físicas que más frecuentemente requieren corrección es la de tener orejas salientes. Los niños son los candidatos más obvios para esta cirugía, que se realiza a partir de los cinco años. Aunque el defecto no sea muy notorio, igual puede ser motivo de preocupación y mala adaptación escolar. En general, es mejor hacer lo más temprano posible la corrección. Los adultos también pueden beneficiarse con esta operación que mejora su autoestima. A veces ellos la acompañan con otras intervenciones estéticas simultáneas. Un signo de vejez es el alargamiento del pabellón auricular, que se corrige al igual que las orejas salientes. Este procedimiento se realiza con el paciente dormido o despierto, aunque las intervenciones en partes blandas como ésta son muy bien toleradas con anestesia local, aún en los niños. La intervención comienza con una incisión detrás de la oreja, cerca del pliegue de encuentro entre ésta y el cráneo. El cirujano luego moldea el cartílago o reseca parte del mismo de manera de obtener la forma deseada. Esta se mantiene con suturas permanentes o de anclaje temporario que se retiran cuando la cicatrización ha fijado la oreja en su nueva forma. Los riesgos son mínimos. La cicatriz es imperceptible y queda detrás de la oreja.
La decisión de someterse a una cirugía pone a prueba no solo criterios estéticos sino también planteos psicológicos por el cambio de aspecto que estos implican. Antes de tomar una decisión es imprescindible que te informes correctamente, desterrando así prejuicios y mitos; para eso te ofrecemos asesoramiento en nuestra clínica avalados por profesionales idóneos y te daran a conocer las ventajas y limitaciones que estos procedimientos conllevan.
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